Pi Book.
Las calles de Kritia son empinadas. Da igual que subas o que bajes: Kritia está construida en una empinada montaña, llamada Puntadelápiz, tan empinada que, pese a tener vistas impresionantes en los días claros, los barrios altos son los más económicos. La interminable espiral que da miles de vueltas a la montaña Puntadelápiz para ascender a la cima llega por fin al número 10.000 de “la calle”. Se llama así porque solo hay una y, además, los números de los edificios son siempre pares. Solo los hay en la acera de la derecha según subes; a la izquierda están los tejados de la revuelta de la espiral de abajo y después, el abismo.
Los kritios son fuertes, de culo duro y poderosos gemelos, dotando a sus piernas el motor muscular necesario para subir y subir y bajar y bajar. Los kritios caminan como por un alambre de funambulista con los brazos extendidos como alas de avioneta. Está prohibido llevar ningún bulto agarrado con las manos, que van siempre extendidas, no cerradas.
Los kritios de los diferentes barrios tienen una organización gremial muy simple: una vuelta de carretera y viven los libreros; otra vuelta hacia arriba siguiendo la espiral y viven los odontólogos; otra más arriba están instalados los veterinarios; otra más los ferroviarios; y otra, los eruditos, con lo cual para no subir y bajar mucho, los kritios agrupan sus gestiones, por ejemplo, toman café en casa de un erudito, consultan el coste de un trayecto ferroviario más ilusionante que verídico, pues trenes no hay, otra vuelta más abajo se pasan, ya que están, por la consulta del veterinario y le llevan su cerdito vietnamita a revisión o un loro si lo tuviesen; más abajo y con el loro ya revisado, o el cerdito, dependiendo, se pasan por el dentista, arreglan caries empastes o extracciones, que siempre viene bien y así de a cuatro o cinco calles espirales y gremiales se hace más llevadero.
Todos los derechos reservados | Ignacio Junquera